Escribir sobre museos de automoción en un país en donde ningún Ministerio, no se si correspondería al de Cultura, Industria o Defensa, no se ha preocupado de crear un museo nacional de automoción es ya es de por si un mal augurio…

No hace tantos tiempo (los años en que se ataban los perros con longanizas) llegamos a ser el quinto país mundial productor de vehículos,  las multinacionales fabricantes de automóviles ubicadas en España iban creciendo en ventas – beneficios y las macro edificaciones “culturales” proliferaban por nuestro territorio junto a aeropuertos y AVEs infrautilizados. Durante estos años dorados y derrochadores tampoco vi que se crease ningún Museo público de automoción. Conclusión, mal vamos…

Ningún museo dedicado a la automoción pudo acogerse a los planes de ayudas culturales europeas, salvo el Museo de Salamanca que pudo empezar su trayectoria gracias al recibir unos  fondos FEVER que cambió por unos fondos URBAN, mientras que solo una sola Fundación solicitó oficialmente la obtención de recursos europeos para tal menester. Por tanto los museos de automoción en España continuaron malviviendo dentro del amplio contexto museológico y de los sectores culturales. La falta de rigor histórico en algunas ocasiones, en otras la falta de un museográfico que permita un discurso entendedor o nuestra pobre función museológica en otros, han sido y son, nuestras principales mancanzas y quienes estamos al frente de ellos debemos ser concientes de nuestras limitaciones y de nuestra dificultad en posicionarnos favorablemente en el global de los museos.

En España los Museos de Automoción han sido realizados con más corazón, más estima y más respeto que muchos de los Museos abiertos en los últimos años. La lamentable carrera museística que desde Ayuntamientos y administraciones españolas se llevó a cabo con la apertura de museos locales o comarcales, clónicos en su mayoría con poca o nula repercusión ciudadana y cuestionados por los sistemas de ayudas públicas empleados, han resultado inoperativos y difíciles de gestionar sin perdidas. Durante estos años, solo un Ayuntamiento, el de Málaga, formalizo un acuerdo con un coleccionista luso de automóviles.

Actualmente en España hay diferentes museos de automoción abiertos al público; El Museo de Historia de Automoción de Salamanca, el Museo de la Automoción de Málaga, la Col·lecció d’Automòbils Salvador Claret en Sils, el Museu de la Moto de Bassella (Lleida), el Museu de la Moto de Barcelona, el Museu Roda Roda de Lleida o el Museo de Hervás (Cáceres), existiendo además diferentes Colecciones visitables, todas ellas recogidas en la Guía de Museos y Colecciones de Automoción en España, que edito la Federación Española de Vehículos Antiguos en 2010. Pero de los 21 recogidos en esta Guía, solo cuatro son de gestión municipal o administrativa, los restantes son gestionados por los mismos propietarios, ya sea como Fundaciones, como sociedades o privados.

Triste panorama el nuestro, pues con solo traspasar los Pirineos, al otro lado, como si de una galaxia diferente se tratara, nos encontramos con una amplia oferta de Museos de automoción, ya sean nacionales, públicos, de gestión compartida, de empresas etc. etc. y la oferta se amplia con nuevas y sugestivas propuestas con Terra di Motori www.motorvalley.it , la novedosa oferta de los Meilenwerk www.meilenwerk.com  o la espectacularidad de Francois Confino en los museos turineses o el Auto Theatre suizo.

Pero claro, todos estos países del otro lado de los Pirineos durante años se han beneficiado pues sus respectivos gobiernos o gobernantes, apostaron para dar a sus industrias de automoción una mayor repercusión cultural, social e internacional, a la par de conservar su Patrimonio técnico y poner en valor sus avances mecánicos, sus grandes carreras o el prestigio de sus empresas, pensando en que las futuras aplicaciones tecnológicas, que hoy día investigan y evolucionan, irán en benefició de su país. Pero España no ha sido un buen ejemplo en la necesidad de invertir en investigación sean esta científica, técnica o cultural y así estamos… pequeños, inadvertidos, desprestigiados y encima en  nuestro caso polucionando.

Afortunadamente la iniciativa privada y el esfuerzo personal suple en parte, solo en parte la neglicencias  institucionales, pero no es suficiente. Necesitamos de buques insignias para dar valor a todos nuestros esfuerzos. La creación de un gran museo permitirían poner en valor lo que ha representado la automoción en España, su industria, sus principales marcas, nuestras carreras y pilotos, nuestros carroceros o las reglamentaciones administrativas por citar algunos pasajes.

Solo así el trabajo realizado por todos aquellos que de manera altruista han puesto sus medios, sus esfuerzos y sus patrimonios para crear los actuales museos de automoción en España, se verían recompensados, justificados y valorados.

No se a quien asumirá proponer tal iniciativa, pero su creación es necesaria y sobre todo históricamente pendiente y así poner en valor los grandes personajes vinculados con la automoción en España, sus industrias sus productos y todo aquello relacionado con lo que nuestra sociedad ha valorado como el segundo bien más importante de la familia después de la casa, el automóvil.