Buenos días, ¿Qué tal va todo?
Os escribo para daros la brasa un pelín con el asunto de «24 para Le Mans» y los textos que (con toda mi soltura) os pedí si os apetecía participar. Pues nada, la cosa es que yo tengo ya el texto principal revisado y afinado (con palmarés y bibliografía y todo) y quería preguntaros si finalmente os animáis o tenéis algo escrito y en qué fase está. Vamos, que si los tenéis me lo podéis mandar ya porque mi idea era publicarlo y presentarlo durante el mes de octubre (coincidiendo con los 10 años de ¿Dónde está el depósito…?)
Muchas gracias de nuevo por vuestra paciencia. Espero noticias vuestras
Abrazos Luis
Estimado Luis… Creo que es justo que empiece mi escrito con tu demanda y que me excuses por haberme retrasado tanto en contestarte, pero es que me pides, que te escriba un texto sobre las 24 Horas de Mans, y me he preguntado…. ¿ Cómo puedo escribir sobre esta carrera si en realidad nunca la he presenciado en vivo? ¿O si puedo escribir…?
Quizás esta reflexión mía te puede llegar a asombrar, pero la verdad es que pese a que en varias ocasiones he realizado el recorrido por donde discurren las 24 Horas, pese haberme paseado por las carreteras del Departamento de la Sarthe buscando el trazado original de 103 km. del G.P. 1906 que transcurría por unas carreteras y poblaciones asociadas casi al origen de las competiciones del motor mundial. Pese a que conozco perfectamente su Museo incluido su museográfico y museología. Pese a que fui invitado a conocer su importante polígono tecnológico que sobre automoción se ha creado en torno al mítico circuito. Pese a que conozco perfectamente la obra de la dinastía de los Bollée. Pese a que he visitado y pernoctado en la ciudad de Le Mans ( si, yo soy de los que conocen la ciudad de Le Mans) esta gran desconocida por una gran parte de la multitud de visitantes que anualmente congrega esta carrera, te tengo que reconocer que aún no he presenciando en vivo unas 24 Horas de Mans.
De niño conseguí un calcomanía de agua de la edición de 1957 que servía de pancarta publicitaria cuando encima de la mesa del comedor de casa colocaba, diferentes automóviles míticos de las 24 Horas de Mans como el Bristol 450 junto con el Cunmingham C-5R o el Jaguar tipo D de la Dinky Toys o el D.B. Panhard de la francesa Solido y que con unos dados y mucha imaginación me transportaban a la recta de Hunaudières después de que sus “pilotos” hubiesen atravesado el ancho de la carretera del circuito para dirigirse corriendo a arrancar sus vehículos e iniciar la carrera.
Algunos años después, los juegos se transformaron en libros, revistas y escritos pero mi imaginación debía continuar volando. Y tengo que dar gracias de mis vuelos a todas estas publicaciones que han narrado y detallado como son y que representan estas 24 Horas que año tras año se celebran en Le Mans y que sin duda son el máximo exponente mundial del deporte del motor.
No recuerdo cual fue mi primer libro sobre esta carrera, pero tengo muchos y dudo de que haya una carrera de automóviles a la cual se le hayan dedicado más publicaciones desde que Roger Labric escribiese su libro Les 24 Heures de Mans que magníficamente ilustró Geo Ham en 1949 y que J.A. Gregoire editase el suyo en 1955. Y es que la lectura de su historia, sus anécdotas y la pasión que llega a despertar esta carrera son los que me han permitido conocer bastante bien una carrera que nunca he visto.
Afortunadamente disponemos de mucha literatura que nos narra con toda fidelidad esta gran carrera y en la que aparecen sus principales protagonistas; el circuito, sus pilotos, sus icónicos automóviles, sus espectadores o sus trágicos accidentes. Pero además muchas de estas revistas y libros, nos dan la oportunidad de conocer como vieron la carrera otros grandes narradores de instantes, los fotógrafos, para quienes las 24 Horas siempre han representado un espacio único que ha permitido a fotógrafos como Cornilleau, Del Arco, Gaudin, Lartigue, Luc Joly, Klemantaski captar con sus cámaras el esfuerzo, la angustia, el dolor, la belleza o la alegría de las 24 Horas de Mans, en definitiva su esencia. Quiero compartir contigo mi recuerdo de las fotos de aquellos pilotos con sus coronas de laurel encima de sus automóviles o las cientos de anécdotas narradas de la carrera y que me ayudaron a despertar mi interés…
Por lo leído, con el paso de los años han cambiado mucho las cosas. Hoy no creo que se le ocurriese a Patrick Morisseau (director de carrera de la edición del 2015) entrar dentro del circuito en plena carrera para ir desayunar a «Le cafe de l’Hippodrome» como hacia su antecesor Charles Faroux . Tampoco creo que un piloto de AUDI pidiese una bicicleta a un espectador como hizo Frank Clement, 4º clasificado con su Bentley en Le Mans 1923, para ir a su box a buscar una lata de gasolina y una vez solucionado el problema subiese de nuevo a su Bentley cargando en el asiento posterior la bicicleta para devolverla a su propietario, por contar solo dos pequeñas historias de las 24 Horas de Mans.
Por motivos personales, este mes de Junio pasado no pude aceptar la invitación de mi buen amigo Xavier, que desde hace algunos años va a Le Mans durante las 24 horas. Mi amigo es de los que viven la carrera intensamente, de los que duermen, si es que duerme, dentro del circuito en su tienda. Es de estas personas que no llevan cámara fotográfica ni teléfono móvil, de los que guardan sus recuerdos en su memoria y que te los saben contar, que te da pequeños detalles y que me comenta situaciones que me hacen sorprender.
Por tanto pediré a Xavier, que para el junio del 2016 me invite a ir a Le Mans y espero en esta ocasión ver la carrera.
Por cierto Luis, encontraste ya ¿Dónde está el depósito?… me preocupa.
Mis más sinceras felicitaciones por tus escritos que nos ayudan a abrir, en muchas ocasiones, nuestras a veces anquilosadas mentes.
Salvador Claret i Sargatal